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¿Qué es Mindfulness?



“Mindfulness consiste en experimentar directamente, instante tras instante, la gran aventura del despliegue de la vida ahora mismo y en cualquier lugar, por más difícil o desafiante que sea la situación a la que nos enfrentemos”. (Vivir con plenitud las crisis, Jon Kabat-Zinn)

De esta forma define el concepto de Mindfulness o atención plena, el fundador y ex director de la Stress Reduction Clinic y del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care and Society de la Universidad de Massachusets, Jon Kabat-Zinn, con quien parte del equipo de MindEdu tuvo el gusto de compartir la conferencia de Mindfulness en Educación, celebrada en Londres.



¿Cuáles son las características del Mindfulness?


Con la práctica de la atención plena entrenamos la capacidad de estar presentes con nuestra propia experiencia a medida que ésta se despliega, momento a momento, inclinando la mente hacia la curiosidad, la amabilidad y la aceptación, sin juicios.

En lugar de pasar el día atrapados en nuestros pensamientos, preocupaciones o fantasías, entrenamos nuestra atención para estar con lo que esté sucediendo en el momento presente. Nos involucramos plenamente con la vida, incluso en momentos difíciles, y esto nos permite comenzar a responder de manera más consciente, en lugar de reaccionar automáticamente a nuestra experiencia.

Estudios de neurociencia muestran que la práctica de Mindfulness modifica la estructura y las funciones del cerebro mejorando la cualidad de los pensamientos y sentimientos y las relaciones sociales. Algunas investigaciones muestran cómo su práctica mejora la salud general y el sentido de bienestar, favoreciendo un aprendizaje más efectivo y una mayor claridad mental, así como desarrollando mayor calma y modulación de la conducta.

Mindfulness es una práctica. ¿Por qué es tan importante practicar?

Nuestro cerebro tiende a comportarse siempre de la misma manera, reaccionando, tomando siempre la misma "carretera neuronal" (Fig. 1). Cuando nos sentimos amenazados, la amígdala (Fig. 3) activa la señal de alarma y ésta captura al cerebro y se pone al mando para, rápidamente, poder "salvarnos la vida". Esto funciona muy bien cuando existen amenazas físicas externas, pero el problema es que reacciona también ante amenazas que no ponen en absoluto nuestra vida en riesgo y, lo que es peor, reacciona ante nuestra propia imaginación, ante nuestros propios pensamientos. Si yo empiezo a tener pensamientos de preocupación o agobio, mi amígdala se pone automáticamente en funcionamiento, aunque "ahí fuera" no haya nada.

Con la práctica de Mindfulness aprendemos a no dejarnos llevar por ella, a no reaccionar, sino a responder. Para ello, en lugar de dejar que los pensamientos y las emociones consecuentes nos lleven a una reacción inmediata, hacemos una Pausa, creando una nueva "carretera" algo más larga (Fig. 2), pero consciente, elegida. Para ello es necesario el paso por la conexión con el cuerpo y, desde ahí, elegimos la respuesta. Y esto solo se consigue a través de la práctica.